Esta mañana escuché a un colega decir la frase de Henry Adams:
"El maestro deja una huella para la eternidad; nunca puede decir cuando se detiene su influencia."
En ese momento me pareció una frase que tenía una gran carga significativa y la copié. No pasó de allí. Ahora, estoy mirando en la televisión la noticia de la muerte de Ernesto Sábato y eso me hizo reflexionar. Recordé la frase que había escuchado esta mañana y pensé que si investigáramos la vida del escritor, advertiríamos su compromiso con la educación del hombre. Rememoré sus entrevistas televisadas y también pensé que siempre actuó como sólo lo pueden hacer "los grandes". Con sencillez y don de gente.
También, es oportuno aclarar que no todo lo que escribió me ha gustado pero, la obra que siempre me agradará y que no olvidaré es La resistencia. Ustedes dirán por qué esa y no otra. Es difícil decir por qué nos gusta una obra. Es, sin dudas, un ensayo que podríamos considerar un clásico dentro de la literatura. Sábato supo atrapar en las líneas de La resistencia toda su esencia, su espiritualidad y le fue dada la oportunidad de que lo dicho se mantuviese inalterable y siempre actualizado.
Creo que el maestro que tenía cobijo en Ernesto Sábato dejó huellas para la eternidad y nunca sabremos hasta cuando será su influencia. Él nos dijo, en La resistencia, por ejemplo: "El ser humano sabe hacer de los obstáculos nuevos caminos, porque a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer" o también "El mundo nada puede contra un hombre que canta en la miseria."
Hoy, 30 de abril de 2011, don Ernesto Sábato se ha ido. Doctorado en física, estudioso, poeta pero por sobre todo un ser humano comprometido con su tiempo. Siempre será una fuente de inspiración para el hombre sin distinción alguna.