domingo, 18 de septiembre de 2011

El enseñar, el aprender y la expresión oral y escrita.

   Este tiempo de capacitación a docentes de biblioteca y de escuelas primarias me ha dado la seguridad para afirmar que ¡el docente siempre busca el mejor camino! y lo intenta, una y otra vez. No baja los brazos. 
  ¿Por qué digo esto? Porque, cada día que comenzamos nuestra tarea docente pensamos qué hacer, cómo hacer para que el alumno se interese por lo literario, en la lectura de temas de las diferentes ciencias, cómo vincular las disciplinas. Todos los días es un desafío. Creo, de corazón,  que quienes eligen esta profesión les agrada vivir al límite, pensando en:  ¿qué es lo mejor? o ¿podré mejorar lo que hice? 
  Nos exponemos todos los días y en todo momento a la aceptación o al rechazo de los alumnos quienes, la más de las veces, nos dicen: Seguí participando y, nosotros lo hacemos,  pidiendo al Señor Tiempo que nos ayude a derribar los muros y a construir los puentes que necesitamos.  En este contexto, me parece oportuno proponerle a mis colegas la lectura de Mil grullas de Elsa Bornemann, un texto recomendado para alumnos desde  6to o 7mo año en adelante, y que puede ser una inspiración para hablar de contaminación en ciencias naturales, de la ubicación geográfica de Japón de E.E.U.U., los derechos humanos en ciencias sociales y de infinidad de temas. Es posible abordarlo sólo en literatura pero, cómo perdernos la oportunidad de que su lectura sea el disparador para el diálogo, para la investigación  de temas que nos preocupan y que, además pueden conmovernos en un tiempo en el que parecemos anestesiados ante todo y cuánto más si ésto nos permite más lectura y más escritura ya que “…es responsabilidad nuestra el analizar las dificultades de los procesos y proponer acciones concretas que favorezcan una mejora del aprendizaje, también en el caso de leer y escribir. El proceso de enseñar/aprender está relacionado directamente con la expresión oral y escrita, el lenguaje escrito (que es necesario saber leer) es uno de los instrumentos que más utilizamos. Por  eso tendremos que aceptar, de acuerdo con Michael Stubs (1984) que “todo profesor es profesor de lengua”. (Caballer Senabré, 2000: 4)
  Se los dejo a su consideración así como un video que nos ilustra sobre el momento histórico y que, sin dudas, favorecerá la comprensión y acercamiento del alumno al momento histórico - político en el cual los personajes viven su primer amor.

Mil grullas

Naomi Watanabe y Toshiro Ueda creían que el  mundo era nuevo. Como todos los chicos.  Porque ellos eran nuevos en el mundo. También, como todos los chicos. Pero el mundo era ya muy viejo entonces, en el año 1945, y otra vez estaba en guerra. Naomi y Toshiro no entendían muy bien qué era lo que estaba pasando.
Desde que ambos recordaban, sus pequeñas vidas en la ciudad japonesa de Hiroshima se habían desarrollado del mismo modo: en un clima de sobresaltos, entre adultos callados y tristes, compartiendo con ellos los escasos granos de arroz que flotaban en la sopa diaria y el miedo que apretaba las reuniones familiares de cada anochecer en torno a la noticia de la radio, que hablaban de luchas y muerte por todas partes.
Sin embargo, creían que el mundo era nuevo y esperaban ansiosos cada día para descubrirlo.
¡Ah... y también se estaban descubriendo uno al otro!
Se contemplaban de reojo durante la caminata hacia la escuela, cuando suponían que sus miradas levantaban murallas y nadie más que ellos podían transitar ese imaginario senderito de ojos a ojos.
Apenas si habían intercambiado algunas frases. El afecto de los dos no buscaba las palabras. Estaban tan acostumbrados al silencio...
Pero Naomi sabía que quería a ese muchachito delgado, que más de una vez se quedaba sin almorzar por darle a ella la ración de batatas que había traído de su casa.
-No tengo hambre —le mentía Toshiro, cuando veía que la niña apenas si tenía dos o tres galletitas para pasar el mediodía—. Te dejo mi vianda —y se iba a corretear con sus compañeros hasta la hora de regreso a las aulas, para que Naomi no tuviera vergüenza de devorar la ración.
Naomi... Poblaba el corazón de Toshiro. Se le anudaba en los sueños con sus largas trenzas negras. Le hacía tener ganas de crecer de golpe para poder casarse con ella. Pero ese futuro quedaba tan lejos aún...
El futuro inmediato de aquella primavera de 1945 fue el verano, que llegó puntualmente el 21 de junio y anunció las vacaciones escolares.
Y con la misma intensidad con que otras veces habían esperado sus soleadas mañanas, ese año los ensombreció a los dos: ni Naomi ni Toshiro deseaban que empezara. Su comienzo significaba que tendrían que dejar de verse durante un mes y medio inacabable.
A pesar de que sus casas no quedaban demasiado lejos una de la otra, sus familias no se conocían. Ni siquiera tenían entonces la posibilidad de encontrarse en alguna visita. Había que esperar pacientemente la reanudación de las clases.
Acabó junio, y Toshiro arrancó contento la hoja del almanaque...
Se fue julio, y Naomi arrancó contenta la hoja del almanaque...
Y aunque no lo supieran: ¡Por fin llegó agosto! —pensaron los dos al mismo tiempo.
Fue justamente el primero de ese mes cuando Toshiro viajó, junto a sus padres, hacia la aldea de Miyashima. Iban a pasar una semana. Allí vivían los abuelos, dos ceramistas que veían apilarse vasijas en todos los rincones de su local.
Ya no vendían nada. No obstante, sus manos viejas seguían modelando la arcilla con la misma dedicación de otras épocas, -Para cuando termine la guerra... —decía el abuelo—. Todo acaba algún día... —comentaba la abuela por lo bajo. Y Toshiro sentía que la paz debía de ser algo muy hermoso, porque los ojos de su madre parecían aclararse fugazmente cada vez que se referían al fin de la guerra, tal como a él se le aclaraban los suyos cuando recordaba a Naomi.
¿Y Naomi?
El primero de agosto se despertó inquieta; acababa de soñar que caminaba sobre la nieve. Sola. Descalza. Ni casas ni árboles a su alrededor. Un desierto helado y ella atravesándolo.

Abandonó el tatami, se deslizó de puntillas entre sus dormidos hermanos y abrió la ventana de la habitación. ¡Qué alivio! Una cálida madrugada le rozó las mejillas. Ella le devolvió un suspiro.
El dos y el tres de agosto escribió, trabajosamente, sus primeros haikus:

Lento se apaga
El verano
Enciendo
Lámpara y sonrisas.
Pronto
Florecerán los crisantemos.
Espera, Corazón.
Después, achicó en rollitos ambos papeles y los guardó dentro de una cajita de laca en la que escondía sus pequeños tesoros de la curiosidad de sus hermanos.
El cuatro y el cinco de agosto se lo pasó ayudando a su madre y a las tías ¡Era tanta la ropa para remendar!
Sin embargo, esa tarea no le disgustaba. Naomi siempre sabía hallar el modo de convertir en un juego entretenido lo que acaso resultaba aburridísimo para otras chicas. Cuando cosía, por ejemplo, imaginaba que cada doscientas veintidós puntadas podía sujetar un deseo para que se cumpliese.
La aguja iba y venía, laboriosa. Así, quedó en el pantalón de su hermano menor el ruego de que finalizara enseguida esa espantosa guerra, y en los puños de la camisa de su papá, el pedido de que Toshiro no la olvidara nunca...
Y los dos deseos se cumplieron.
Pero el mundo tenía sus propios planes...
Ocho de la mañana del seis de agosto en el cielo de Hiroshima.
Naomi se ajusta el obi de su kimono y recuerda a su amigo: -¿Qué estará haciendo ahora?
"Ahora", Toshiro Pesca en la isla mientras se pregunta: -¿Qué estará haciendo Naomi?
En el mismo momento, un avión enemigo sobrevuela el cielo de Hiroshima.
En el avión, hombres blancos que pulsan botones y la bomba atómica surca por primera vez un cielo. El cielo de Hiroshima.
Un repentino resplandor ilumina extrañamente la ciudad. En ella, una mamá amamanta a su hijo por última vez.
Dos viejos trenzan bambúes por última vez.
Verso de una popular canción infantil japonesa.
Una docena de chicos canturrea: "Donguri-Koro Koro- Donguri Ko..." por última vez.
Cientos de mujeres repiten sus gestos habituales por última vez.
Miles de hombres piensan en mañana por última vez.
Naomi sale para hacer unos mandados.
Silenciosa explota la bomba. Hierven, de repente, las aguas del río.
Y medio millón de japoneses, medio millón de seres humanos, se desintegran esa mañana. Y con ellos desaparecen edificios, árboles, calles, animales, puentes y el pasado de Hiroshima.
Ya ninguno de los sobrevivientes podrán volver a reflejarse en el mismo espejo, ni abrir nuevamente la puerta de su casa, ni retomar ningún camino querido.
Nadie será ya quien era.
Hiroshima arrasada por un hongo atómico.
Hiroshima es el sol, ese seis de agosto de 1945. Un sol estallando.
Recién en diciembre logró Toshiro averiguar donde estaba Naomi. ¡Y que aún estaba viva, Dios!
Ella y su familia, internados en el hospital ubicado en una localidad próxima a Hiroshima, como tantos otros cientos de miles que también habían sobrevivido al horror, aunque el horror estuviera ahora instalado dentro de ellos, en su misma sangre.
Y hacia ese hospital marchó Toshiro una mañana.
El invierno se insinuaba ya en el aire y el muchacho no sabía si era frío exterior o su pensamiento lo que le hacía tiritar.
Naomi se hallaba en una cama situada junto a la ventana. De cara al techo. Ya no tenía sus trenzas. Apenas una tenue pelusita oscura.
Sobre su mesa de luz, unas cuantas grullas de papel desparramadas.
-Voy a morirme, Toshiro... —susurró. No bien su amigo se paró, en silencio, al lado de su cama—. Nunca llegaré a plegar las mil grullas que me hacen falta...
Mil grullas... o "Semba-Tsuru", como se dice en japonés.
Con el corazón encogido, Toshiro contó las que se hallaban dispersas sobre la mesita. Sólo veinte. Después, las juntó cuidadosamente antes de guardarlas en un bolsillo de su chaqueta.
-Te vas a curar, Naomi —le dijo entonces, pero su amiga no le oía ya: se había quedado dormida.
El muchachito salió del hospital, bebiéndose las lágrimas.
Ni la madre, ni el padre, ni los tíos de Toshiro (en cuya casa se encontraban temporariamente alojados) entendieron aquella noche el porqué de la misteriosa desaparición de casi todos los papeles que, hasta ese día, había habido allí.
Hojas de diario, pedazos de papel para envolver, viejos cuadernos y hasta algunos libros parecían haberse esfumado mágicamente. Pero ya era tarde para preguntar. Todos los mayores se durmieron, sorprendidos.
En la habitación que compartía con sus primos, Toshiro velaba entre las sombras. Esperó hasta que tuvo la certeza de que nadie más que él continuaba despierto. Entonces, se incorporó con sigilo y abrió el armario donde se solían acomodar las mantas.
Mordiéndose la punta de la lengua, extrajo la pila de papeles que había recolectado en secreto y volvió a su lecho.
La tijera la llevaba oculta entre sus ropas.
Y así, en el silencio y la oscuridad de aquellas horas, Toshiro recortó primero novecientos ochenta cuadraditos y luego los plegó, uno por uno hasta completar las mil grullas que ansiaba Naomi, tras sumarles las que ella misma había hecho. Ya amanecía, el muchacho se encontraba pasando hilos a través de las siluetas de papel. Separó en grupos de diez las frágiles grullas del milagro y las aprestó para que imitaran el vuelo, suspendidas como estaban de un leve hilo de coser, una encima de la otra.
Con los dedos paspados y el corazón temblando, Toshiro colocó las cien tiras dentro de su furoshiki y partió rumbo al hospital antes de que su familia se despertara. Por esa única vez, tomó sin pedir permiso la bicicleta de sus primos.
No había tiempo que perder. Imposible recorrer a pie, como el día anterior, los kilómetros que lo separaban del hospital. La vida de Naomi dependía de esas grullas.
-Prohibidas las visitas a esta hora —le dijo una enfermera, impidiéndole el acceso a la enorme sala en uno de cuyos extremos estaba la cama de su querida amiga.
Toshiro insistió: -Sólo quiero colgar estas grullas sobre su lecho, Por favor...
Ningún gesto denunció la emoción de la enfermera cuando el chico le mostró las avecitas de papel. Con la misma aparentemente impasibilidad con que momentos antes le había cerrado el paso, se hizo a un lado y le permitió que entrara: -Pero cinco minutos, ¿eh?
Naomi dormía.
Tratando de no hacer el mínimo ruidito, Toshiro puso una silla sobre la mesa de luz y luego se subió.
Tuvo que estirarse a más no poder para alcanzar el cielorraso. Pero lo alcanzó. Y en un rato estaban las mil grullas pendiendo del techo; los cien hilos entrelazados, firmemente sujetos con alfileres.
Fue al bajarse de su improvisada escalera cuando advirtió que Naomi lo estaba observando. Tenía la cabecita echada hacia un lado y una sonrisa en los ojos.
Tosi-can: diminutivo de Toshiro
-Son hermosas, Tosí-can... Gracias...
-Hay un millar. Son tuyas, Naomi. Tuyas —y el muchacho abandonó la sala sin darse vuelta.
En la luminosidad del mediodía que ahora ocupaba todo el recinto, mil grullas empezaron a balancearse impulsadas por el viento que la enfermera también dejó colar, al entreabrir por unos instantes la ventana.
Los ojos de Naomi seguían sonriendo.
La niña murió al día siguiente. Un ángel a la intemperie frente a la impiedad de los adultos. ¿Cómo podían mil frágiles avecitas de papel vencer el horror instalado en su sangre?
Febrero de 1976.
Toshiro Ueda cumplió cuarenta y dos años y vive en Inglaterra. Se casó, tiene tres hijos y es gerente de sucursal de un banco establecido en Londres.
Serio y poco comunicativo como es, ninguno de sus empleados se atreve a preguntarle por qué, entre el aluvión de papeles con importantes informes y mensajes telegráficos que habitualmente se juntan sobre su escritorio, siempre se encuentran algunas grullas de origami dispersas al azar.
Grullas seguramente hechas por él, pero en algún momento en que nadie consigue sorprenderlo.
Grullas desplegando alas en las que se descubren las cifras de la máquina de calcular.
Grullas surgidas de servilletas con impresos de los más sofisticados restaurantes...
Grullas y más grullas. Y los empleados comentan, divertidos, que el gerente debe de creer en aquella superstición japonesa.
-Algún día completará las mil... —cuchicheaban entre risas— ¿Se animará entonces a colgarlas sobre su escritorio?
Ninguno sospechaba, siquiera, la entrañable relación que esas grullas tienen con la perdida Hiroshima de su niñez. Con su perdido amor primero.

Haiku: breve poema de diecisiete sílabas, típico de la poesía japonesa.
Miyashima: pequeña isla situada en las proximidades de la ciudad de Hiroshima.
Tatami: estera que se coloca sobre pisos, en las casas japonesas tradicionales
Semba-Tsuru (Mil grullas): Una creencia popular japonesa, asegura que haciendo mil de esas aves –según se enseña a realizarlo el origami (nombre del sistema de plegado de papel)– se logra alcanzar la larga vida y felicidad.
Furoshiki: tela cuadrangular que se usa para formar una bolsa, atándola por sus cuatro puntas después de colocar el contenido Obi: faja que acompaña al kimono.
Kimono: vestimenta tradicional japonesa, de amplias mangas, largas hasta los pies y que se cruza por delante, sujetándose con una especie de faja llamada obi
.
Escrito por Elsa I. Bornemann.

Bibliografía
CABALLER SENABRÉ, M J. (2000) “Aprender a leer Ciencias”. En Segundo Encuentro de Fortalecimiento  
     Profesional de Capacitadores (áreas Lengua, Ciencias Sociales y Ciencias Naturales). Programa de Gestión
    Curricular y Capacitación del Ministerio de Educación de la Nación Argentina. Tanti, Córdoba, noviembre de 2000.

sábado, 25 de junio de 2011

UN TALLER DE ORATORIA

     Hace dos semanas, el 11 de junio compartimos, como profesores dictantes, el Profesor Carlos A. Stacul y yo, un Taller de Oratoria con docentes, estudiantes del profesorado y personas de la comunidad de la localidad de Castelli - Chaco. Nos acompañaron:  Raimundo Charaff y Celia Romero. Ambos,  Bibliotecarios y  Profesores para Nivel Primario,  quienes como nosotros gustan de actividades que promuevan al ser humano. Fue muy enriquecedor, disfrutamos del día  pero, no sólo en cuanto a lo profesional sino, fundamentalmente en cuanto a lo humano.
      Seguidamente algunas fotos les contaran sobre nuestra vivencia:

Asistentes trabajando con las actividades y en el patio del lugar
porque no había espacio suficiente en el salón donde
se llevó a cabo el Taller.
 Otros asistentes al Taller conversan sobre
las actividades propuestas.

El Prof. Carlos A. Stacul expone sobre Oratoria.

Vista de los asistentes al Taller que
se realizó a la tarde.
Prof. Carlos. A. Stacul. Prof. María C. Arroyo. Prof. Silvia Andorno
y   Bibliotecarios (Federico, Karina y Celia)
     Fue, sin lugar a dudas,  una experiencia que nos sacó de la rutina y nos permitió crecer a todos.  Gracias a quienes lo hicieron posible.
      Hasta siempre.


martes, 14 de junio de 2011

LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO, EDUCACIÓN Y TECNOLOGÍA

         Hace unos días, estaba navegando por la red y encontré  un video creado en el año 2009 por miembros de la Universidad de Sevilla el cual me pareció muy interesante y por eso quise compartirlo. Plantea un panorama de lo que acontece en el mundo. La situación de la educación en relación con las Tic's, algo que nos afecta a todos y,  sin distinciones. Pienso que es el momento para el debate, para el intercambio de ideas, para encontrar las respuestas a nuestras incógnitas y a nuestras dificultades pero, también es cierto que  no lo vamos a concretar en soledad sino todo lo contrario, en comunidad. Los invito a verlo.



domingo, 8 de mayo de 2011

Nuestro rol en la construcción social

       Vivimos el día a día. Llenos de ocupaciones, de exigencias y, en ocasiones,  no nos damos cuenta de la  importancia que tienen nuestros roles como docentes,  padres, hermanos mayores o amigos. En síntesis, el rol que cumplimos cada uno de nosotros en relación con una sociedad que exige, que plantea obstáculos y requiere de un mayor compromiso.
       El siglo XXI es un tiempo que solicita la interpretación de la escritura, de la imagen y de la oralidad y no, necesariamente, distantes una de otra sino todo lo contrario, debemos interpretar en la vida cotidiana,  todo y,  al mismo tiempo. Ante esto, qué hace el docente, qué hace la familia para ayudar a sus hijos en el desafío que implica vivir e  interpretar lo que lo rodea. Emilia Ferreiro, en el texto Leer y escribir en un mundo cambiante, dice “Leer y escribir son construcciones sociales”  , en consecuencia, todos estamos involucrados y no podemos ignorar el compromiso. Por su parte, el docente propone actividades en las cuales se practique la oralidad y la escritura en relación con la imagen. También plantea propuestas que permitan el análisis de los medios, su comprensión pero, ¿es suficiente? ¡No! Nunca es suficiente cuando se trata de la formación de nuestros jóvenes. Todos los días tenemos que empezar, todos los días tenemos que continuar. Una propuesta que la sociedad nos ofrece para ayudarnos en la acción educadora tanto a padres como a maestros es la visita virtual al Museo Nacional de Bellas Artes en http://www.aamnba.com.ar/audioguia/
     Quien lee se preguntará, para qué me sirve. Los invito a visitarlo. Allí tendrán la oportunidad de admirar obras famosas, jugar con ellas y al mismo tiempo aprender qué tengo que ver y por qué. Como docente  me ayudará a tener otras ideas para abordar el aprendizaje, no porque yo no sepa del tema sino porque leer o escuchar sobre ello permitirá que mi imaginación construya nuevas oportunidades para mis alumnos, para los padres, porque acompañar a nuestros hijos en un nuevo viaje de conocimiento posibilitará otro espacio para construir y fortalecer el vínculo y para todos porque todos somos parte de una sociedad que avanza, que plantea obstáculos los que deben ser afrontados en unión.

sábado, 30 de abril de 2011

Ernesto Sábato y ser maestro

     Esta mañana escuché a un colega decir la frase de Henry Adams:  
                                  
                         "El maestro deja una huella para la eternidad; nunca puede decir cuando se detiene su influencia." 

     En ese momento me pareció una  frase que tenía una gran carga significativa y la copié. No pasó de allí. Ahora, estoy mirando en la televisión la noticia de la muerte de Ernesto Sábato y eso me hizo reflexionar.  Recordé la frase que había escuchado esta mañana y pensé que si investigáramos la vida del escritor, advertiríamos su compromiso con la educación del hombre. Rememoré  sus entrevistas televisadas y también pensé que siempre actuó como sólo lo pueden hacer "los grandes". Con sencillez y don de gente.  
     También,  es oportuno aclarar que no todo lo que escribió me ha gustado pero, la obra que siempre me agradará y que no olvidaré es La resistencia. Ustedes dirán por qué esa y no otra.  Es difícil decir por qué nos gusta una obra. Es, sin dudas, un ensayo que podríamos considerar   un clásico dentro de la literatura. Sábato supo atrapar en las líneas de La resistencia toda su esencia, su espiritualidad y le fue dada la oportunidad de que lo dicho se mantuviese inalterable y siempre actualizado.
    Creo que el maestro que tenía cobijo en Ernesto Sábato dejó huellas para la eternidad y nunca sabremos hasta cuando será su influencia. Él nos dijo,  en La resistencia,  por ejemplo: "El ser humano sabe hacer de los obstáculos nuevos caminos, porque a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer" o también "El mundo nada puede contra un hombre que canta en la miseria."
     Hoy, 30 de abril de 2011, don Ernesto Sábato se ha ido. Doctorado en física, estudioso, poeta pero por sobre todo un ser humano comprometido con su tiempo. Siempre será una fuente de inspiración para el hombre sin distinción alguna.  
     

sábado, 26 de marzo de 2011

Poesía y canción con Cacho Castaña

     Cuando leemos poesías pensamos que sólo es posible darles vida con la lectura pero no es así.  Cuántos  cantantes han musicalizado poesías de Neruda, de Benedetti y tantos otros. Así también como tantos compositores han escrito canciones de difusión popular, a veces baladas  cuya temática abarca desde la vida en las ciudades y los problemas de los jóvenes hasta preocupaciones del orden social. 
     Dejo a tu consideración  la letra de la poesía canción Septiembre del 88 que compuso Cacho Castaña. ¿Por qué esa canción? Porque siempre me agradó. ¿Por qué? Porque siembra y renueva la esperanza de que cada día que amanece será mejor para todos. Me hace pensar en otro tiempo, por ejemplo en el 24 de marzo de 1976. Un tiempo en el que muchos argentinos crecimos junto a nuestros padres pero otros no pudieron. Algunos de nosotros no sabíamos qué ocurría, percibíamos el miedo, un ingrediente cotidiano en nuestras mesas, tanto que nos pareció normal su existencia. Siempre había que pensar dos o más veces antes de hablar o de objetar algo pero era mejor no hacerlo (así nos aconsejaban los mayores). Sin embargo, el tiempo transcurrió. 
     En 1983  recuperamos la democracia, una forma de gobierno con aciertos, con errores pero que nos permite, siempre, decir lo que pensamos y disentir. Fue entonces el tiempo de hablar y de objetar pero no estábamos acostumbrados. Fue necesario re-aprender a vivir.       
     Hoy, 2011,  es nuestra obligación ejercitar la memoria por aquellos que no están. No  porque no lo deseen, sino porque no se lo han permitido. Es cierto que  otros argentinos se marcharon en busca de espacios que les permitiesen vivir sin temores pero llenos de nostalgia y  afrontando el  desarraigo. ¿Podemos reclamar por eso? Yo creo que es tiempo de:


Mirar al pasado para conmemorar
y  aprender de lo  vivido.
Mirar el presente para apreciarlo
y  disfrutar de él 
 y mirar el futuro
para soñar
con un mejor mañana.


   
Septiembre de 1988, Buenos Aires, Argentina.


Querido amigo:  Recibí tu carta de Italia
y me alegra mucho saber que, que todo está bien.
Aquí la cosa sigue igual, no es tan transparente.
La crisis se pasea por las calles
y la tristeza del pueblo
es como un barco que no llega a destino.
¡No sé que pasó! ¡No sé cómo fue!
Pero no te vuelvas,
te diré por qué.
Si vieras que triste que está la Argentina,
tiene la mirada de los caminantes que ya no caminan.
Se muere de pena por tanta mentira,
de tanta promesa por nadie cumplida.
Si vieras sus calles que tanto reían
ya no son las mismas.


Si vieras que triste que está la Argentina,
tiene la nostalgia de aquellos amantes
que nunca se olvidan.
La hicieron de goma, parece mentira.
La gente se escapa pero no hay salida.
Y hasta los gorriones, de tanta tristeza,
se fueron de gira.


Septiembre de 1988, Buenos Aires, Argentina.


Querido amigo:
Se me acaba de volcar el mate sobre
la carta que te iba mandar.
Por eso te vuelvo a escribir.
Me alegra mucho saber que te va bien.
Aquí la cosa sigue igual.
Pero, de una manera u otra,
vamos a salir adelante.
Hay algo que no se debe perder nunca,
y es la esperanza.


Si vieras que linda que está la Argentina,
tiene la mirada de la primer
novia que nunca se olvida.
Desde los balcones llueven las glicinas
y a pesar de todo, camina y camina.
Si vieras de nuevo que linda y que
grande que está mi Argentina.


Buenos Aires sigue llena de gorriones,
hay nuevos poetas que escriben sus tangos
y hay nuevos cantores.
Y sigue teniendo la vieja locura
que al doblar la esquina haya una aventura.
Ya ves: sigue viva y, a pesar de todo,
llena de ternura.


Si acaso te encuentras con otro emigrante
decile que vuelva, que
pronto seremos mejores que antes.
Que todo fue culpa de cuatro atorrantes,
que sólo lograron que el pueblo no cante
Volvé cuando quieras que juntos
podremos salir adelante.


Cacho Castaña
Fuente: musica.com

jueves, 10 de marzo de 2011

Ivonne Bordelois y el lenguaje

   Etimología de las pasiones afirma:
       "La escucha del lenguaje significa entender y aceptar - por muy misterioso que esto nos resulte- que antes de hablar entre nosotros, y como condición esencial para poder hablar entre nosotros y con nosotros mismos, nos comunicamos y nos sentimos comunicados con el lenguaje, que es el don más alto y profundo que se nos ha dado como especie..."
   El ser humano vive el día a día. Siempre preocupado por si le alcanza el dinero, si tiene para pagar la luz, el agua, el teléfono y tantas cosas más que va sumando porque él lo necesita, porque sus hijos lo necesitan, porque lo piden o porque él piensa  que es así Pero, qué ocurre en ese transcurrir la vida. Ocurren muchas cosas y siempre el lenguaje es el vínculo.  Si lo utilizamos creamos lazos, si dejamos de hacerlo, se levantan los muros que a veces se transforman en terribles fortalezas. Yo siempre me pregunto por qué y siempre me viene a la mente un poema de Cecilia Roggero, una poetisa peruana, que habla del signo verbal. Lo   compara con elementos de la naturaleza, con emociones, ... Sintetiza sabiamente su pensamiento que hoy hago mío y los invito a hacer lo mismo:


Palabras
Hay palabras redondas
como mundo,
como hueco,
como sol

Hay palabras que acompañan ,
como luz,
como perro,
como sombra.

Hay palabras que lloran
como lluvia.

Hay palabras amargas,
como tónico,
y difíciles
como lo siento.

Hay palabras grandotas
como castigo,
o como grito.

Hay palabras que ríen,
como agua, como circo.
Y las hay tristes,
como fin.

Hay palabras y palabras.
hay las que se dicen
y las que se callan.
Hay las que duelen
y las que alegran
y las que abren puertas
misteriosas.

   Cuando leo este poema pienso cuán importante es el lenguaje. Podemos ofender hasta lo más íntimo de un ser humano así como elevar su autoestima hasta el infinito. En nuestras manos está su progreso y comienza en el lenguaje.


domingo, 27 de febrero de 2011

Amado Nervo dice: Si una espina me hiere....

      Pero, quién es Amado Nervo. Para mí, un poeta sin tiempo. Sus poemas parecen esperar el momento oportuno para decirnos algo, lo que necesitamos oir y, en el momento justo. Nació en México, el 27 de agosto de 1870. Fue un seminarista jesuíta. Tuvo dudas y evidencias, retornos y alejamientos que se reflejan en su obra. Uno de sus temas inspiradores fue su afán de paz, ya como bien anhelosamente buscado para sí mismo en el equilibrio mental, ya como cristiana benevolencia hacia los demás.
     Deseo compartir con vos el poema que dice:


Si una espina me hiere, me aparto de la espina,
... ¡pero no la aborrezco! Cuando la mezquindad
envidiosa en mí clava los dardos de su inquina,
esquívase en silencio mi planta, y se encamina,
hacia más puro ambiente de amor y caridad.

¿Rencores? ¡De qué sirven! ¡Qué logran los rencores!
Ni restañan heridas, ni corrigen el mal.
Mi rosal tiene apenas tiempo para dar flores,
y no prodiga savias en pinchos punzadores:
si pasa mi enemigo cerca de mi rosal,
 
se llevará las rosas de más sutil esencia;
y si notare en ellas algún rojo vivaz,
¡será el de aquella sangre que su malevolencia
de ayer, vertió, al herirme con encono y violencia,
y que el rosal devuelve, trocada en flor de paz!


    Imagino a Nervo o más bien, a Juan Crisóstomo Ruiz, su verdadero nombre, viviendo en nuestro tiempo y me pregunto qué diría. Yo creo que continuaría creyendo en el hombre y en la posibilidad que tiene de superarse a sí mismo, a pesar del entorno. Él y Whitman, poetas de espacios geográficos distintos y que vivieron tiempos diferentes parecen tener un vínculo que trasciende al tiempo y a la distancia. En el blog he transcripto No te detengas y Si una espina me hiere. ¿Qué pensás de ellos? ¿Te agradó alguno de sus versos? Si te agradó, estaría genial que te preguntases por qué.
    Por otra parte, también cabe la posibilidad de que la poesía No te detengas/La Sociedad de los Poetas Muertos no sea de la autoría de Whitman. ¿Podría ser el principio de una nueva búsqueda del autor del poema? ¿Podríamos buscar otros poemas que fuesen parecidos en la temática o en el estilo del poema No te detengas? Así, quizás podríamos encontrar al autor en el caso de que fuese conocido. ¿Qué te parece?
    Hasta la próxima y recordá que, siempre, te espero aquí.




miércoles, 23 de febrero de 2011

Whitman. Un poeta que nos impulsa a ocupar nuestro lugar

     La lucha cotidiana aturde, agobia y muchas veces se hace difícil continuar. Tenemos tristezas  pero también alegrias. Como diría un albañil  "Señora: siempre,  una de cal y otra de arena". Y,  es,  en esos momentos, cuando leer te ayuda a encontrar el camino o por lo menos,  te carga de energías para buscarlo. ¿Y qué leo? Leo y vuelvo a leer  a W. Whitman en La Sociedad de los Poetas Muertos. Te invito a leer lo que dice porque siempre es bueno el pensamiento de los poetas que se fueron.  Es bueno leer para ocupar  nuestro lugar en la sociedad como "poetas vivos".

 No te detengas / La Sociedad de los Poetas Muertos (Walt Whitman)

No dejes que termine el día, sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.

No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.

No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras
y las poesías sí pueden cambiar el mundo.

Pase lo que pase, nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.

La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima, nos enseña,
nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.

Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continuará:
Tú puedes aportar una estrofa.

No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre.

No caigas en el peor de los errores: el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.

No te resignes. Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo", dice el poeta.

Valora la belleza de las cosas simples. Se puede hacer bella poesía sobre
pequeñas cosas, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.

Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca tener la vida por delante.

Vívela intensamente, sin mediocridad. Piensa que en tí está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.

Aprende de quienes puedan enseñarte. Las experiencias de quienes nos
precedieron de nuestros "poetas muertos", te ayudan a caminar por la vida.

La sociedad de hoy somos nosotros, los "poetas vivos".
No permitas que la vida te pase a tí sin que la vivas ....

Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continuará...
...No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre.
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco.

    Sabías que no se sabe a ciencia cierta si este poema es de Whitman o de quién pero me gusta tanto que no quería dejar de contártelo.